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INTRODUCCIÓN
La decisión de abordar la riqueza de La Habana desde distintas dimensiones responde a la necesidad de comprender su complejidad histórica más allá de su papel como enclave económico dentro del sistema colonial español. Si bien la ciudad fue clave en el comercio transatlántico por su puerto estratégico, limitar su análisis únicamente a lo económico dejaría fuera elementos fundamentales que definieron su identidad. La Habana también acumuló formas de riqueza cultural, arquitectónica y social: fue cruce de razas, lenguas, costumbres y estilos; fue escenario de contrastes entre el poder colonial y la vida popular, entre el esplendor monumental y la precariedad cotidiana. Solo al considerar estas múltiples capas —materiales y simbólicas— es posible captar la verdadera dimensión de su transformación urbana y su significado como ciudad única en el contexto americano.
Se enfoca su desarrollo urbano y arquitectónico durante el período colonial de los siglos XVI y XVII. El recorte temporal abarca desde la fundación definitiva de la ciudad en 1519 hasta fines del siglo XVII, momento en que La Habana se consolida como un enclave estratégico del Imperio español en América. Desde una perspectiva espacial, el análisis se enfoca en el núcleo histórico de la ciudad, donde se desarrollaron las principales estructuras administrativas, defensivas, religiosas y civiles de la época.

S.XVII, imagen del Atlas Beudeker, Amsterdam.

Plano de La Habana de 1576,
atribuido a Francisco Calvillo. Fuente: Archivo General de Indias.
“A fines del siglo XVI... las principales rutas terrestres y marítimas habían quedado fijadas... cada región había adquirido hacia el año 1600, características de su economía que habían de permanecer sin mayores cambios hasta fines del período colonial... las bases del sistema administrativo y judicial habían quedado perfectamente establecidas...”
Jorge E. Hardoy y Carmen Aranovich - Nicolini - La Ciudad Hispanoamericana SXVII Y XVIII (pág. 1085)
Esta cita señala la consolidación de las estructuras urbanas, económicas y administrativas hacia 1600, marcando el inicio de una etapa de estabilidad para las ciudades hispanoamericanas.
Factores que afectaron a la arquitectura de La Habana
La arquitectura habanera responde a varios condicionantes interrelacionados: su valor geoestratégico la expuso a constantes agresiones de potencias rivales como Francia e Inglaterra, lo que dio lugar a un monumental sistema defensivo —con los castillos del Morro, la Real Fuerza y La Cabaña— y a un urbanismo centrado en la seguridad, con murallas perimetrales, calles controladas y plazas interiores protegidas. Al mismo tiempo, la Iglesia Católica articuló la organización social y el trazado urbano, marcando el paisaje con torres, cúpulas y claustros barrocos —muy visibles en la Catedral del siglo XVII— que difunden el barroco cubano. Y, como punto de encuentro entre Europa, África y América, La Habana forjó una identidad única que se refleja en la arquitectura: la adaptación al clima, el uso de materiales locales como la piedra coralina y la madera tropical, y la combinación de técnicas constructivas mixtas aportan a sus edificios una expresividad singular.